La literatura no es un best
seller o la fama consecuente, no es un autor que empieza a llenar los
estantes aprovechando su éxito, que jamás será garantía de calidad. La literatura
es en general la antítesis de un best seller,
porque los libros que valen la pena padecen los estragos de una sociedad
renuente a la estrategia de la sugerencia.
Saber escribir es ante todo una posibilidad. Esa posibilidad
es la diferencia entre ganar mucho y dar al lector lo que pide o escribir
porque se debe escribir. No se puede evadir una realidad evidente, muchos
escritores han muerto y seguirán haciéndolo sin ver siquiera un libro
publicado, algunos sin conocer a sus adeptos, muchos sin siquiera lo elemental
para sobrevivir, por lo que lo tengo que decir, es una pena que lectores se
sigan perdiendo en el barullo del lucro, en portadas atractivas o en modas
absurdas.
La verdadera
literatura no te dice todo, te encamina para que crezcas a su lado. Te golpea
para que sufras la transformación del golpe. Te sugiere, ante todo, te sugiere,
te platica, te revienta la burbuja del decoro, te pone el hombro en el pecho
para que te incomodes, te conmueve en la franqueza, puede acusarte y
dictar sentencia, pero jamás te dirá qué es el sexo, porque eso ya lo sabes, te tomará
por los ojos y te erotizará, no confundamos.
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